viernes, 18 de enero de 2008

La I+D de la narración cinematográfica

El cortometraje es la I+D de la narración cinematográfica. Por eso es esencialmente deficitario, porque sus logros son experimentales, de utilidad todavía no plenamente consolidada y contrastada. Se producen aciertos y muchos fracasos, pero eso no significa que haya que dejar de investigar. Por eso los cineastas, antes de lanzarse al largometraje, deberían afilar en el corto sus armas para la narración. Suena a tradicional, a contracorriente, pero es así.



Pixar posee una importante tradición de cortometrajes --algunos de ellos antológicos: Pajaritos (2000) o El coche nuevo de Mike (2002)--, para poner a prueba con ellos las versiones beta del software que luego emplearán en sus películas de larga duración. También es bueno que el cortometraje haya mutado y siga existiendo como cine digital comprimido, porque garantiza que se hallarán nuevas y más intensas formas de contar una historia. No vale dormirse en lo eficaz conocido porque no está todo dicho en este campo.

Aunque todos los cortometrajes que se rueden sean digitales eso no invalida lo dicho hasta ahora: seguirán definidos por el imperativo de la brevedad, tanteando recursos y artificios dramáticos, más o menos radicales, más o menos incomprensibles, más o menos exitosos. Cuando a un hallazgo formal de gran calibre le corresponda una anécdota argumental que encaje en él a la perfección se producirá el chispazo, el salto a los foros no habituales, la fama, la publicidad, las ofertas de trabajo... Y puede que una adaptación para su uso en narraciones largas.



Por eso no tiene mucho sentido la especialización de festivales según el soporte y el canal de difusión del cine que exhiben, como el de Alcalá de Henares (un clásico con mucha solera) y convocatorias vía Internet (como la de Project Direct de YouTube o Notodofilmfest), porque todo es cortometraje. Todo es narración, todo es I+D.

1 comentario:

BUDOKAN dijo...

Qué intersante esto sobre los cortos que cuentas. Saludos!